Desde las Juventudes Socialistas de Euskadi, hemos vuelto a las orillas del río Bidasoa para celebrar un acto tan necesario como emotivo. Junto a Coral Fouz, hermana de Humberto, y su sobrina, quienes entre lágrimas agradecieron este gesto, y acompañados por destacados cargos del PSE-EE, como el secretario general de Gipuzkoa, José Ignacio Asensio, y la alcaldesa de Irun, Cristina Laborda, hemos arrojado rosas rojas a la corriente. Cada flor representa un tributo a la memoria, una exigencia de justicia y un rechazo frontal al olvido. Este gesto, cargado de simbolismo y dolor, responde a una herida que, 52 años después, sigue abierta y nos recuerda por qué este homenaje sigue siendo crucial.
El 24 de marzo de 1973, tres jóvenes gallegos residentes en Irun cruzaron la frontera para ver una película censurada por el franquismo. En su camino, tropezaron con unos etarras que los secuestraron, torturaron y asesinaron salvajemente al confundirlos con policías. Un manto de crueldad y silencio ha cubierto su historia desde entonces.
- José Humberto Fouz Escobero (29 años): Intérprete en la agencia de transportes «Traffic S. A.» de Irun. Un joven políglota que se expresaba en francés, inglés, italiano, alemán y ruso, lenguas que había perfeccionado con estancias en el extranjero y que seguía estudiando con dedicación, el alemán en Altza y el ruso en San Sebastián.
- Fernando Quiroga Veiga (26 años): Amigo de Humberto, trabajaba en la Agencia de Aduanas Carlos Llanos. Llevaba un año viviendo en Irun cuando fue asesinado, compartiendo hogar con la hermana de Humberto, Isabel.
- Jorge Juan García Carneiro (23 años): Administrativo de profesión, había llegado a Irun dos meses antes del crimen en busca de una oportunidad laboral y también vivía con la familia de su amigo Humberto.
Estos no eran figuras abstractas, sino jóvenes con habilidades y aspiraciones específicas cuyos futuros fueron brutalmente robados. La tragedia de este crimen se agrava por un hecho desolador que perdura hasta hoy: sus cuerpos nunca fueron encontrados.
Como ha expresado nuestro secretario general, Gabriel Arrúe, el lugar del homenaje no es una casualidad, sino la dolorosa consecuencia de una injusticia que se prolonga en el tiempo.
«hoy les tenemos que homenajear aquí, en este puente, en Irun, lanzando flores al río Bidasoa, porque 52 años después de estos sucesos, sus seres queridos, sus familiares, siguen sin tener un lugar donde llorarles, porque siguen desaparecidos, porque sus cuerpos siguen sin ser hallados».
Este acto de memoria va acompañado de una advertencia política firme y clara. Desde las Juventudes Socialistas, y como voz de una nueva generación comprometida con la paz, no vamos a ceder ante quienes buscan reescribir la historia o blanquear el terrorismo.
«no vamos a tolerar ningún paso atrás en lo que respecta a la deslegitimación del terrorismo y el rechazo al uso de la violencia con fines políticos en Euskadi».

Esta firme declaración no es retórica, sino una respuesta directa a recientes acontecimientos que amenazan la convivencia y la dignidad de las víctimas. Nuestra advertencia responde directamente a los intolerables homenajes que el líder de EH Bildu, Arnaldo Otegi, y las juventudes de la izquierda abertzale, Ernai, han rendido al fallecido ‘Peixoto’. En estos actos se ha llegado a ensalzar su actividad terrorista, un hecho que no podemos ni debemos normalizar. Ensalzar la figura de ‘Peixoto’ es escupir sobre la memoria de Humberto, Fernando y Jorge, y sobre el dolor de una familia que, 52 años después, sigue sin una tumba donde llorar. Como ha señalado nuestro secretario general, estos pronunciamientos son mucho más que una opinión política: suponen «una humillación para las víctimas, un obstáculo para la convivencia y un ataque directo a los valores democráticos sobre los que debe asentarse una sociedad en paz».
Frente a esta revictimización y a los intentos de poner en riesgo la convivencia, nuestra postura es clara: la memoria debe servir para construir un futuro de respeto y libertad, no para perpetuar el dolor y el odio. Desde las Juventudes Socialistas de Euskadi, estamos convencidos de que la inmensa mayoría de los jóvenes vascos rechazan la violencia y apuestan por la paz. Nuestro compromiso es impulsar una lectura del pasado basada en la defensa de los valores democráticos y en una apuesta decidida por la convivencia entre diferentes. No se trata solo de mirar atrás, sino de entender cómo nuestras acciones presentes definen el mañana.
«La forma en la que tratamos el pasado y lo sucedido aquí es una señal poderosa del futuro que queremos construir como sociedad plural».
Por ello, seguiremos arrojando rosas al Bidasoa y alzando la voz cada vez que sea necesario. Las Juventudes Socialistas de Euskadi no olvidan, y nos mantenemos inquebrantables en la defensa de la memoria de todas las víctimas y de una Euskadi libre, democrática y en paz.




