En las íºltimas semanas se vienen escuchando voces en Euskadi desde todo el espectro de partidos nacionalistas, desde el PNV hasta la llamada izquierda abertzale, pasando por EA, Aralar y Ezker Batua, advirtiendo a los gobiernos central y vasco, al partido socialista y a la misma sociedad vasca, de que una hipotí©tica ilegalización de Sortu no responderí­a a ninguna razón jurí­dica, sino a motivos polí­tico-electorales del partido socialista en Euskadi. Hay quien lo insiníºa y hay quien lo manifiesta abiertamente. 
El hecho, en mi opinión, es que mas allá de defender o aparentar defender la legalización y la presencia de Sortu en las próximas elecciones municipales, lo que estos partidos pretenden es extender entre la ciudadaní­a la idea de que, en condiciones normales (las que tarde o temprano han de llegar a Euskadi, por suerte), el PSE-EE nunca podrí­a estar gobernando este paí­s. El mensaje, venenoso y soterrado, que pretende inocularse a la sociedad, es que a los socialistas no nos interesa la “normalidad”, ya que en una situación normal, entendida esta como ausencia de violencia y plena participación polí­tica de Batasuna, jamás podrí­amos los socialistas aspirar a gobernar este paí­s, derecho este reservado en exclusividad a los nacionalistas. Se deduce, siguiendo con la macabra e indecente teorí­a, que puesto que no nos interesa la normalidad, promovemos la continuidad de la actual situación de “anormalidad” polí­tica.
La sola insinuación de una acusación como esta es grotesca y execrable, y así­ lo ha dicho el Lehendakari en diferentes intervenciones píºblicas. En primer lugar porque si existe en Euskadi una fuerza polí­tica que haya pagado el precio mas alto por defender la libertad y la convivencia, dando la cara en primera lí­nea frente a los “gudaris” de la limpieza í©tnica y a sus defensores, ese ha sido el PSE-EE. Pero además, porque semejante teorí­a esta en las antí­podas de la realidad.
Desde la llegada de la democracia, la situación de anormalidad en Euskadi se ha concretado en asesinatos, extorsiones y ausencia de libertad para todos aquellos que hací­an visible su legí­tima desafección de los postulados nacionalistas. Quienes han padecido esta anormalidad han sido aquellos que desde sectores como la polí­tica, el periodismo, la empresa o la universidad, se posicionaron píºblicamente favorables a opciones polí­ticas distintas al nacionalismo. 
En estos 35 aí±os de democracia, la violencia ejercida en Euskadi por ETA y sus organizaciones accesorias, ha hecho funcionar lo que ya en 1977 la politóloga alemana Elisabeth Noelle-Neumann denomino como “La Espiral del Silencio”. En aquel estudio de la opinión publica, la autora no contemplaba la acción de un grupo terrorista de inspiración ideológica identitaria como el que aun existe en Euskadi, pero ya dejaba claro, entre otros aspectos sumamente interesantes, que “si dos facciones se distinguen claramente por su respectiva disposición a exponer sus puntos de vista en publico, la que muestre mayor disposición será quizá la que predomine en el futuro”.
Durante los íºltimos 35 aí±os de democracia en Euskadi, mostrar disposición a expresar puntos de vista contrarios al nacionalismo en publico, acarreaba automáticamente el peor de los castigos posible, el de la amenaza fí­sica a la propia existencia. 
Por supuesto, muchos ciudadanos se han identificado siempre con las ideas de los socialistas vascos, pero la violencia de ETA y la cultura de la violencia del mundo que siempre le ha rodeado, convirtió en un riesgo inasumible para la mayorí­a el hecho de expresar esas ideas en libertad. Nuestras opiniones no han gozado de la libertad necesaria en el seno de la sociedad para ser expresadas y, en el mejor de los casos, esa libertad ha estado infinitamente más restringida para nosotros que para nuestros adversarios polí­ticos nacionalistas. ¿Cómo extender así­ las ideas de nuestro proyecto? ¿Quií©n se acercarí­a a nosotros en esas condiciones, cuando en muchos pueblos de nuestra Euskadi se buscaba la reclusión y la “guetización” de los hombres y mujeres del PSE-EE en las casas del pueblo? ¡Bastante hemos hecho!
Creo que han sido precisamente los partidos que hoy nos acusan, quienes mas se han beneficiado de la histórica situación de anormalidad polí­tica vasca. Esa anormalidad ha contribuido a cimentar un determinado clima de opinión en Euskadi favorable a las opciones nacionalistas y con ello la hegemoní­a nacionalista de los íºltimos 30 aí±os. Hemos jugado siempre en un terreno de juego inclinado, en el cual nuestra porterí­a era el triple de grande que la de nuestros adversarios.
Así­ pues, ¿quií©n no ha gozado de libertad para expresar sus ideas?, ¿para quií©n ha estado adulterada la competición entre partidos?, ¿quií©n se ha visto favorecido por 35 aí±os de anormalidad? Y por tanto, ¿a quien ha de interesar más una situación normal, de ausencia de violencia y participación polí­tica e institucional de todas las siglas? Y ¿a quien le interesa que el terreno de juego por fin se nivele?
Que aquellos que nos acusan directa o veladamente, respondan en conciencia.
David Herrero Gómez
Concejal del PSE-EE en el Ayuntamiento de Erandio
Secretario General JSE-Egaz Astrabudua-ErandioÂ