Quizá les sorprenda el título de mi nuevo artículo, seguramente a muchos no les guste, y otros posiblemente me tacharán de pro terrorismo yihadista al comparar a unos brutales asesinos con la gente que fomenta el odio hacia ellos. Créanme cuando les digo que no tengo ni la menor intención de faltar el respeto a nadie y que soy un firme defensor de los derechos humanos, por lo que detesto cualquier forma de terrorismo. ¿Me han oído bien? Cualquier forma de terrorismo. Seguramente este sea el principio de nuestra discrepancia. Para muchos el terrorismo sólo es poner bombas y matar personas, para mí no. Déjenme explicarles mi opinión.

 

En el mundo existen múltiples formas de terrorismo, y por consiguiente, múltiples formas de matar. Ustedes podrían matar a alguien utilizando los deleznables mecanismos del Estado Islámico, ustedes podrían decapitar a alguien, rociar a una persona con gasolina para posteriormente quemarla, inmolarse etc…Si ustedes hicieran eso, mi opinión seguiría siendo la misma de siempre: hechos completamente deleznables. Pero si ustedes fomentarían esas actuaciones, ustedes serían cómplices de esos asesinatos, por lo que mi opinión sobre ustedes sería igual a la que tengo sobre los asesinos.

 

Ahora presten atención, les propondré una reflexión que llevo haciendo los últimos meses. Supongan que viven en un país como Estados Unidos…bueno, no hace falta cruzar el atlántico…Supongan que viven aquí, en España, y que un número mediocre de personas se manifiesta de forma islamófoba ante las puertas del parlamento, para protestar contra los musulmanes. Utilizando como excusa que defienden la libertar de los ciudadanos y que el EI, y al parecer cualquier persona musulmana, son un peligro para occidente. Los gobernantes, por miedo a ser tachados como defensores del islamismo radical, no toman represalias contra esos manifestantes, que en un acto claramente xenófobo, incitan al odio de las personas.

 

Pasan los días, supongan que la tensión va in crescendo, y que cada día los manifestantes que se reúnen son más y piden medidas más extremas. Hasta llegar al punto en el que su único objetivo es conseguir que el gobierno español acepte una intervención militar en las zonas ocupadas por el Estado Islámico. El clima que se genera es de desconfianza hacia toda la población musulmana y se abre una brecha racial entre la sociedad.

 

Al final consiguen su objetivo, el gobierno español, entre otros, junto a la OTAN, lleva a cabo una intervención contra el EI en la que mueren miles de personas, muchos de ellos civiles. En este momento algunos de ustedes podrán volver a discrepar conmigo y me dirán que no tienen por qué morir civiles. Pero no van a tener razón, ninguna guerra o intervención militar de este calado se ha saldado con un número nulo de civiles muertos, y esta vez no sería una excepción…Siempre acaban perdiendo los mismos.

 

Supongan que el número de víctimas civiles llega a las 2000, y mientras allí mueren inocentes, en occidente aquellos islamófobos que se manifestaban a favor de una intervención militar y en contra de los inmigrantes, especialmente los musulmanes, celebran y festejan que han ganado una intervención militar en la que siempre pierden la libertad y los valores democráticos. Pero eso parece que hay gente que no lo quiere ver.

 

Ahora les hago una pregunta, gracias al esfuerzo incansable de esos xenófobos por conseguir una intervención miliar, han muerto 2000 inocentes… ¿Quiénes son los terroristas ahora? Piensen muy bien antes de responder a mi pregunta, y miren a su alrededor. Estarán de acuerdo conmigo en que la islamofobia se extiende a pasos agigantados por occidente, y es una lacra que hay que parar de forma inmediata…El racismo es la mayor amenaza para el hombre, lo máximo del odio por el mínimo de razón.

 

Les dejo un poema de Bertolt Brecht. Al que yo añadiría, que el fomento del odio también es otra forma de matar.

 

«Hay muchas maneras de matar; Pueden meterte un cuchillo en el vientre, quitarte el pan, no curarte de una enfermedad, meterte en una mala vivienda, empujarte hasta el suicidio, torturarte hasta la muerte por medio del trabajo, llevarte a la guerra etc…Sólo pocas de estas cosas están prohibidas en nuestro Estado».

 

Adrian Fernandez, militante JSE-Egaz.